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    Con mi pareja nos amamos pero discutimos mucho

    A uno le gusta la playa, al otro el campo; a uno le gusta jugar al fútbol en el club, al otro en casa; uno no renuncia a los filetes poco hechos, el otro vive de las hojas; uno escucha pagode, el otro no sabe nada de rock. A pesar de sus diferencias, hay parejas que están completamente enamoradas y se llevan bien en la cama.

    El problema es que los diferentes gustos y estilos pueden provocar desacuerdos, irritación y dudas: con tan poco en común, ¿hay futuro para esta relación? ¿Merece la pena seguir luchando para tener razón, o es más sensato (e inteligente) romper antes de que el daño sea demasiado profundo?

    Según Juliana Bonetti, psicóloga especializada en sexualidad, se trata de una situación muy delicada que debe evaluarse cuidadosamente. "La química sexual y el amor por la pareja son elementos importantísimos para mantener una relación, pero no son suficientes para hacerla durar", dice.

    Lo que hace que una unión dure años, explica, son una serie de factores como la admiración mutua, los objetivos vitales compartidos y, sobre todo, la compenetración, ya que son los que acaban con las discusiones.

    "Incluso es posible llevar una relación conflictiva, pero hace falta mucho dolor. Desde el momento en que hay que luchar para salvar una relación amorosa, hay que preguntarse si tiene alguna posibilidad de recuperación. Aunque la química sexual sea fuerte, si la pareja no tiene una buena comunicación y una relación respetuosa, tendrá fecha de caducidad", declara el psicólogo.

    En la práctica, los polos opuestos se atraen, pero en la vida cotidiana los conflictos se intensifican y una persona empieza a intentar cambiar a la otra. "Las diferencias deberían disminuir con la socialización, pero esto no suele ocurrir por miedo a ver desaparecer el encanto amoroso. Al fin y al cabo, los novios se sienten atraídos por personas diametralmente opuestas a ellos. ¿No se acabará el amor si se mantienen similares?" se pregunta la psicóloga Raquel Fernández Marqués. Luego, la pareja vivió junta durante años, siempre discutiendo y tratando de asemejarse. Sólo exacerbaron sus diferencias e intensificaron sus discusiones.

    Según Raquel, el principal motivo de atracción entre el sexo opuesto es la falta de autoestima o la disminución de la misma. "Cuando no estoy contenta con mi forma de ser, busco a personas que sean completamente diferentes a mí. Con el tiempo, lo que antes era admirable se convertirá en una fuente de irritación".

    En el día a día, las diferencias son desagradables y dificultan la vida, creando cada vez más obstáculos y resistencia. Los polos opuestos se atraen pero no se compenetran: personas muy diferentes siempre discuten y se enfadan entre sí; temperamentos y gustos opuestos dificultan la vida en común, sobre todo si la pareja decide vivir junta. Si los puntos de vista son tan diferentes, ¿cómo se puede orientar la educación de los niños? ¿Cómo se planifican las finanzas de su casa, se encargan las comidas en el interior, se van de vacaciones? Todos estos son factores que hay que tener en cuenta.

    Conocerse mejor a sí mismo

    Además de quererse mucho, hay que conocerse muy bien para transportar las diferencias. "Entender lo que realmente te duele y los comportamientos que son diferentes a los tuyos es el primer paso para llegar a un acuerdo en una relación. A través del autoconocimiento puedes determinar lo que quieres y lo que no quieres y negociar la continuidad de la relación, respetando a ambas partes", dice Raquel Fernandes.

    En una relación, es importante que sepas que puedes renunciar a lo que crees. Antes de negociar, ambas personas deben comprender que incluso las personas más parecidas tienen diferencias. Aunque llegues a un acuerdo, la otra persona seguirá pensando de forma diferente, pero eso no debe ser un obstáculo para el respeto mutuo.

    Entendiendo esto, otro paso es no perder nunca el control ni dejarse llevar cuando se defiende el punto de vista. "Una buena manera de hacerlo es desarrollar la capacidad de poner límites, de decir 'no' cuando sea necesario y de no sentirse culpable", dice Raquel.

    Para Cristiane Moraes Pertusi, psicóloga especializada en desarrollo humano de la USP (Universidad de São Paulo), otro paso importante en el proceso de autoconciencia es comprender que todos traemos a nuestras relaciones cargas emocionales no resueltas de relaciones pasadas. Dice: "Esto incluye especialmente los temas destacados con los padres y los hermanos". Analizar la propia historia familiar ayuda a entender por qué ciertas cosas pueden ser tan irritantes para su pareja.

    Conversaciones

    Muchas relaciones prometedoras terminan porque la gente no se esfuerza por hablar. La actitud principal, cuando surgen los problemas, es taparse la cara y no querer hablar. El orgullo se encarga de los que no quieren torcer el brazo aunque sufran.

    Frases como "Ya sabes de lo que hablo", "No necesito decir que sabes lo que pasa", "No estoy triste, sólo no quiero hablar" son comunes. Por lo tanto, es necesario compartir sentimientos, dudas y deseos. No se trata sólo de parejas que discuten mucho.

    "Las personas que se llevan bien también tienden a dejar escapar el amor poco a poco por falta de comunicación. Piensan que todo está bien y que no es necesario hablar de ellos mismos y de sus deseos. Lo que les falta a muchas parejas es la capacidad de discutir sus diferencias y resolverlas", dice la psicóloga Raquel. 

    La similitud no garantiza una relación perfecta. Tanto si se trata de amor como de amistad, lo más importante para una relación es el respeto a la otra persona. Al convivir con las diferencias, aumentamos nuestra tolerancia y paciencia, y esto es lo que nos hace mejores. El individuo no debe abolirse a sí mismo, pero tampoco debe menospreciar a su pareja. La felicidad en el amor es posible desde el momento en que ponemos de nuestra parte y nos animamos a ser nosotros mismos también.

    Incluso cuando hay amor y anhelo, la apertura del diálogo, el autoconocimiento y el uso de la flexibilidad no suelen ser suficientes para que la relación funcione. Cuando una persona simplemente no puede adaptarse al estilo de vida de otra, puede ser el momento de pasar a otra persona.

    "Depende totalmente de lo que signifique hacer ejercicio para cada persona. Algunas personas permanecen en relaciones infelices y creen que eso es lo que significa "hacer ejercicio". En mi opinión, los estilos de vida son tan diferentes que una persona no acaba de encajar. Porque la otra persona desaprueba la relación", dice Giulia Bonetti.

    Para Alexandre Bez, psicólogo especializado en relaciones de pareja, el momento de la ruptura llega cuando se producen comportamientos agresivos. "Es una situación muy delicada cuando uno de los dos demuestra que puede llegar hasta el final. Y es difícil tener un final feliz en una relación en la que la posesión y los celos están detrás de la discusión", dice.